HISTORIAS DE FERIA II

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La familia se dirige hacia el lugar donde se sitúa la feria libre. En el puesto asignado ya les esperan las tarimas, ocho postes que permiten sostener un trozo de lona de unos ocho metros cuadrados, que les protege del sol o la lluvia y unos caballetes, sobre los cuales se pondrán las tarimas en las que se ordenará la mercadería. Entre los tres arman el puesto, ponen letreritos con los precios, acomodan sus productos de manera que sean atrayente. A eso de las 8:30 de mañana terminan el proceso de ordenar y los clientes ya comienzan a circular.
La lluvia ha dejado su lugar al sol, lo que asegura que la clientela será numerosa. Esta es una feria muy grande, más de lo que sugiere el tamaño de esta pequeña ciudad, que no sobrepasa los 40.000 habitantes. Pero esta localidad es el centro de compras y de ventas de una serie de pueblos más pequeños, por lo que la feria es el gran acontecimiento de la semana. Los comerciantes provienen de muchas partes y los productos que se venden son muy particulares y muchos de ellos no se dan en otros lugares: nalcas, digüeñes, pescado seco, tritre ahumado, camarones de vega, changles, frutillas blancas, tomillo, menta, ruda, hinojo, merquen, harina de avellanas, maqui y murtilla.
Los clientes comúnmente son fieles y compran en los mismos puestos siempre, la relación por lo tanto se hace cercana y perdura por años. Se hace tradicional preguntar por la familia y tomarse su tiempo al atender a los "caseros" especiales, a veces ésta forma de atender a la clientela marcan un mundo de diferencia entre un comerciante y otro. La pareja sabe de estos detalles del oficio (son comerciantes por más de 30 años), por lo que le otorgan a cada persona un trato deferente.
A eso del medio día se da el momento culmine de la feria, en la calle no se puede circular libremente, sino a empujones. Los gritos envuelven el ambiente, lo mismo que los olores (agradables y de los otros) y las risas que se multiplican. El buen día hace más agradable el ambiente y hoy no habrá peleas, los roces entre vecinos se archivaran para los días malos.
Ese día el hijo que acompaño a su padre a su madre, prefiere un pequeño trabajito independiente y aprovechando que hay buen tiempo, saca un pequeño recipiente de plumavit y con algunas monedas prestadas por su madre, parte a una pequeña fabrica de helados artesanales y compra 15 helados, con los que recorre la feria y al cabo de un rato los vende todos. Ya se hizo su pequeño capital, por lo que va por más, y así...hasta cerca de las 17:00. Sólo hará una pausa para almorzar a eso de las 14:00, cuando el movimiento se calma un poco. ¿Cómo almuerzan? Algunos vecinos de la feria hacen negocio con los comerciantes, les venden comidas o habilitan bodegas para que guarden especialmente los enseres con los que se arman los puestos. La familia tiene su "casera" a la que todas las semanas les compran su almuerzo y a veces algo para el desayuno.
Por fin llegan las 18:00 horas, el día ha sido largo y duro, pero hoy fue hay motivos para sentirse satisfecho. Los padres vendieron todo lo que trageron y el hijo también se hizo algunas monedas con las que le alcanza para darse algún gusto (una copa de helado con una gaseosa de naranja) antes de tomar el bus de vuelta.
Abordan el mismo bus de todos los viernes a las 19:15, una hora y media después llegan a su ciudad y en el paradero los espera, como todos los viernes a la misma hora, su fiel perro de pelo largo y negro.