viernes, marzo 03, 2006

ABUELO, TIOS Y PRIMOS MANCHADOS DE NEGRO


Como decía desde pequeño viví con la presencia de la mina sobre Coronel y Lota, mi abuelo Rodolfo (de quien ya he hablado), fue minero primero en Curanilahue y luego en Coronel. Mis tíos y mis primos entraron de jóvenes también a la mina.
De las historias de mi familia, es difícil escoger, casi todas las noches se contaba que algo pasaba en la mina, por ejemplo que los ratones corrían y detrás de ellos tenían que correr los mineros arrancando del gas grisú. Que algún tonto había colocado mal una carga de dinamita y había herido a alguien. En Coronel oía siempre la historia del mineral "El Tesoro", la veta de carbón más pura y rica de toda la mina, pero que no se podía explotar, porque estaba bajo una falla geológica y era imposible afirmar las galerías, siempre se filtraba y habían derrumbes. Según uno de mis once medio hermanos, José Miguel, uno de los últimos mineros, esto se debía a que pasaba bajo un río, una mina podía ir bajo el mar (de hecho por ahí va el pique de Coronel, después de bajar 700 metros hacia el centro de la tierra, se interna algo así como 5 km hacía el mar y la mina de Lota tiene 2.000 metros de profundidad y se interna 15 km. hacia el mar), pero si iba bajo un río no había caso, era imposible de afirmar la galería, siempre se derrumbaba, este fue lo que ocurrió y ese pozo de riqueza, que por años fue también un pozo de muerte, se selló para siempre.
Pero quizá una de las historias que me quedó grabada fue una que leí en un viejo diario, que estaba en la biblioteca municipal y que usamos para una obra de teatro, en que yo actuaba de un viejo guía que se sabía las historias locales. En ese diario leí de "El niño Nieves Velásquez", que por los años 30 del siglo pasado, con algo más de 12 años, trabajaba en la mina de Coronel, de aguador, allí un día iba bajando, él y otros tres compañeros eran los primeros que llegaban a ese turno, de repente se dieron cuenta de que la galería se derrumbaba, a 2.000 metros de profundidad, sin más protección que un casco, con un calor infernal y con el aire que los ahogaba , las rocas caían, no por un temblor, sino por que las vigas cedían, había que correr de vuelta al elevador, pero la reja de éste ya se había cerrado y vuelto a subir a buscar al resto del turno que trabajaba en ese frente, el niño como era más ágil corrió esquivando las piedras, hasta que llegó a dar la alarma, para que el elevador se devolviera, antes de que llegara el después del derrumbe el agua que se filtraba por todos lados, el elevador se devolvió, él saltó adentro y tuvo que cerrar la reja y dar el aviso de subir, justo a tiempo, antes de que llegara el agua, sus compañeros no alcanzaron y murieron, tres más que pasaron a engrosar la larga lista, de los tragados por la tierra. Nieves Velásquez se salvó y siguió trabajando, hasta que, como tantos otros, las peste negra de la silicosis, hizo lo que el agua no pudo hacer.

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