viernes, febrero 24, 2006

LOS MINEROS DEL CARBÓN


Hablar de los mineros del carbón es hablar de miles de personas que hicieron sus vidas, al lado de las minas de Schwager y Lota. Recuerdo que incluso el comercio se organizaba de acuerdo a los turnos, que todo el mundo se sabía, el de las 8:00 am, 16.00 y las 24:00. Uno también identificaba los buses que los pasaban a recoger y a los mineros también uno los reconocía por la rapa y por el rostro y en especial, por las manos, las manos eran ásperas y con los dedos entintados, todos tenían los típicos manchones de la sangre coagulada, producto de las piedras que de vez en cuando los golpeaban. Los mineros marcaron toda la zona (que por eso se llama aun la "zona del carbón"), el equipo de fútbol de Coronel y Lota tiene una lámpara de las que usaban los mineros en el escudo, la comida era de preferencia caliente y condimentada, para reponerse de los esfuerzos y las dos ciudades están tapizadas de bares y botillerías, para que los mineros olviden el dolor de la silicosis y la pobreza.

El medio principal de calefacción en la zona, aun sigue siendo el carbón mineral, mucha gente todavía trabaja en minerales artesanales llamados pirquenes, donde sacan pequeñas cantidades de carbón que venden a las dueñas de casa, ese es un trabajo de lo más peligroso, muchos pirquineros han encontrado muertes horribles por derrumbes o galerías inundadas de agua, o ahogados por bolsones de gas grisú.

Bueno esto es acerca de los mineros, más bien para presentarlos, más adelante, les contaré historias de mineros.

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jueves, febrero 16, 2006

EN EL VERANO


Cuando estaba en primero medio, conocí a un muchacho del barrio, de mi edad, o sea 18 años en esa fecha, se llamaba Esteban y era pescador, más bien, buzo artesanal. Fue varias veces a la casa a invitarme una cerveza y a conversar.
Era un tipo muy simpático, pero a mi me daba mucha pena que tuviera que trabajar en algo tan riesgoso. Una de las últimas conversaciones que tuvimos fue en el verano de 1994, yo le pregunté si no le daba miedo su trabajo, yo lo encontraba de lo más peligroso, él me decía que al principio sì, pero ya después no pensaba mucho en eso, sólo algo cuando le zumbaban los oídos al subir repentinamente a la superficie. Me decía que su sueño era algún día quería dejar ese trabajo y poner un restaurante.
Luego se acabó el verano, así que lo dejé de ver.
Un día escuchamos que había naufragado una lancha en la que iba Esteban, su hermano, su prima y su hija y un tío.
Algo así como un mes después, encontraron a la prima y su hijo, en las redes de un barco pesquero, a los demás nunca los encontraron.
Todos los días por espacio de tres meses vi pasar a la mamá de Esteban, por frente de mi casa, hacia un mirador que había en el Cerro donde vivíamos, para ver como llegaban los barcos a la bahía y si traían alguna noticia de sus hijos.
Yo no fui a ese funeral, nunca me gustaron los funerales, pero siempre que miraba el mar, me acordaba del bar que tanto quería tener Esteban, quizá algún día tenga uno y le ponga "El Rincón del Pescador".

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viernes, febrero 10, 2006

SEGUNDO PARENTESIS: ABUELOS

Uno de mis abuelos se llamaba Juan Manuel, era originario de Chillán, media un metro y ochenta centímetros, de ojos azules y pelo rubio. En su juventud fue comunista, trabajó en una mina de carbón, luego (no sé con que estudios) trabajó como una especie de curandero, practicante les decían en esos tiempos. En ese entonces (1925) conoció a mi Hortensia, que tenía 14 años y tuvo un hijo con ella, le puso Juan Bautista y casi enseguida lo abandonó (Años más tarde, Juan Bautista haría lo mismo con su primera mujer, tuvo 6 hijos con ella, la abandonó en circunstancias no aclaradas y se juntaría con otra mujer mucho más joven que él, con ella tendría 4 hijos, el último de ellos, yo, pero esa es otra historia). Luego cuando Gabriel González Videla promulgó la ley de defensa de la democracia, escapó por los campos, hasta que la persecución se apaciguó, y se estableció en Lota. En esta ciudad se hizo pastor evangélico, estableció una especie de consultorio naturista y le enseñó algo de esos conocimientos a su hijo. Aparte de eso, no le dejó nada más, como papá fue, por lo tanto un desastre. Murió en 1977, y no sé si alguien lo haya llorado.
El otro abuelo se llamaba Rodolfo, fue minero del carbón en Curanilahue, su ciudad natal, alcohólico, mal padre, no creo que siendo alcohólico se pueda ser buen padre. Se casó con una joven llamada Emelina, que ya tenía una hija (Carmen), con ella tuvo 5 hijos, Rubén, Sergio, Irene, Gricelda y Rodolfo. Mi abuela murió a los 34 años, dejando a todos desamparados, mi mamá, que se llama Irene, tenía 7 años y debió hacerse cargo de la casa, en especial de su hermano menor que tenía como dos años. Para que se hagan una idea de como era este viejo, un día mi mamá le estaba lavando los pies a su hermano menor, quien se puso a llorar, mi abuelo medio curado, estaba comiendo una pata de vacuno y creyendo que mi mamá le estaba pegando a Rodolfo, le lanzó el hueso de la pata en la cabeza, mi mamá se dio tres vueltas por la habitación y cayó inconciente. La tomó y la llevó al hospital, nunca la habían pasado por el Registro Civil, así que tuvo que inscribirla ahí mismo, le puso Irene Salazar, sin segundo apellido, desde entonces mi mamá ha sufrido de dolores de cabeza y todo el mundo creyó que mi mamá era hija natural.
Este personaje después de muchos años, dejo de tomar (al menos eso creo), entró a una Iglesia Evangélica y murió como un respetable anciano, un ejemplo para la comunidad.
Yo lo conocí, lo recuerdo calvo, con una nariz ganchuda, flaco y sin nada de cariño, sólo un viejo frío y seco.

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viernes, febrero 03, 2006

PRIMER DESPERTAR

A los 14 años intenté volver a estudiar, en una escuela vespertina, sin embargo el director me rechazó por ser muy menor, dijo que podía ir al sistema normal. Yo no quise, a esa altura debía integrarme a tercero básico y con esa edad simplemente me daba vergüenza. Dos años después volví a la carga, pero me tropecé con un gran problema, cuando intenté matricularme le pedí ayuda a un tipo, para que fuera mi apoderado, el animal me perdió mis papeles. Traté de recuperarlos en mi escuela, pero la habían cerrado y los papeles los mandaron a la oficina del ministerio de educación en la Región, por lo que tuve que ir a recuperarlos.

Finalmente los recuperé y los presenté en la escuela, el director me hizo una entrevista y una pequeña prueba de diagnóstico, con lo que determinó hacerme rendir exámenes de validación de estudios. Serían cuatro pruebas de Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, Matemáticas y Castellano, si las aprobaba quedaría con sexto básico aprobado. Aprobé.

Así quede habilitado para hacer séptimo y octavo en un año, pero el director no me quería matricular por que estaba fuera de plazo y si me dejaba no le iban a dar subvención por mí. Para convencerlo, camina 20 minutos todos los días hasta la escuela y jugaba un partido de ajedrez con él. Al final me admitió y terminé el año saltando de 2 básico a 1° medio.

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jueves, febrero 02, 2006

TERCER SUEÑO

Mi vida académica ha sido de lo más accidentada, de hecho hay períodos de colegio que no recuerdo bien o que se me mezclan. La verdad es que era frecuente que me pusieran en el colegio y me retiraran a mitad de año, por problemas de salud y de clima. Estuve en esa situación a lo menos tres o cuatro veces, entre los siete y los diez años, a esa altura, había logrado la hazaña de llegar a tercero básico, pero me retiré nuevamente por problemas de salud y me dio vergüenza volví al año siguiente con la edad que tenía. Así pasaron los años, entre que iba a trabajar a la feria con mi mamá, al campo, vagaba en las tardes por Coronel, sacaba pescado en la playa y estuve un tiempo yendo a la casa de mi tío.

Esto último merece párrafo, él era pastor evangélico y tenía unos comedores, que mantenía con ayuda de una fundación, ahí la pasaba de lo mejor, llegaba como a las 11.00 am, ayudaba a limpiar y a servir, también comía, y tenía varios amigos. El camino para llegar a los comedores también era hermoso, se trataba de una vega, es decir un prado grande y verde con animales y algunos árboles. De vuelta me gustaba quedarme durmiendo siesta bajo un árbol y llegaba como a las 6 de la tarde a mi casa, sólo para la once.

En ese entonces me comenzó a gustar una de las cocineras, se llamaba Elizabeth, creo que la recuerdo más linda de lo que era, supongo que pasa con el primer amor. La historia fue corta, ella era un poco mayor, por lo que creí que no tenía ninguna posibilidad, al final dejé de ir a los comedores, los que además fueron cerrados ese mismo año, por falta de fondos. A Elizabeth sólo la vi una vez más, años después quise saber de ella, tuve la mala idea de preguntar; me dijeron que un camionero la había embarazado y la había abandonado; mejor me hubiera quedado con el recuerdo.

En eso yo ya tenía 16 años y debía volver a estudiar.

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