sábado, enero 28, 2006

PARENTESIS I:EL BISABUELO

De mi familia es difícil reconstruir una historia coherente, la verdad es que sólo sé historias aisladas. Un buen ejemplo de esas historias es la de mi bisabuelo materno, Emeregildo, vivió en la primera mitad del siglo XX, en la zona de Lebu octava región de Chile. Mi mamá vivía en Curanilahue, una ciudad minera, allí vivía con mi abuelo y mis tíos, creo que eran como cinco personas, mi abuela falleció cuando ella era muy pequeña, tenía algo así 7 como años. El caso es que mi bisabuelo iba de vez en cuando al pueblo, ya que él vivía en una zona de campo, con su esposa y un par de sus hijas. Mi mamá recuerda que les llevaba papas, aji y algas que recogía en la costa, además de pan amasado hecho por mi bisabuela.

Mi bisabuelo tenía problemas con la bebida, lo que era normal en esa zona, con el invierno y sin mucho que hacer más que trabajar. Si embargo no era su único vicio, le gustaban las peleas de gallos, y además era gallero, o sea criaba gallos de pelea. Su afición por este cruel deporte le hizo perder más que un par de apuestas, ya que un día uno de sus gallos lo atacó y le sacó un ojo. El gallo, por supuesto, terminó en la cazuela.

Quizá es lo mejor que le pudo haber pasado a la pobre ave, lo creo por lo que le ocurrió a mi tía abuela María. Ella era mucho más joven que mi abuelo, mi bisabuelo la quiso casar con un hombre más viejo que ella, ella no quería; le gustaba otro, el Juan, a quien veía a escondidas. Un buen día mi abuelo se enteró de esa relación y le dio una paliza y la amenazó con más para el caso de que no aceptara, por eso ella finalmente dijo que si. Pero lo dijo de la boca hacia afuera, ya que un par de noches después desapareció. La buscaron por todos lados, toda la familia, recorrieron montañas, valles y ríos hasta llegar al mar. Unos tres días más tarde de su huída finalmente la encontraron, en un riachuelo, al fondo de una quebrada, estaba muerta, medio destrozada. Nadie sabe como murió, pero es probable que se haya suicidado o bien que trató de escapar y falló en el intento, lo que era previsible, ya que era una niña de 17 años.

Mi bisabuelo nunca dio muestra de arrepentirse, mi bisabuela no hizo nada, ella prácticamente no existía (de hecho acabo de darme cuenta que no la había nombrado), sólo le decía sí a todo lo que él hacía y se mantenía con la boca cerrada, además jamás salía de su casa.

Afortunadamente algunas cosas cambian.

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domingo, enero 22, 2006

Segundo sueño

No siempre trabajamos en la feria, a veces trabajábamos en casa. Así una vez nos quedamos toda una noche, haciendo humitas (para los que no saben, son una especie de pastel de choclo o mazorcas, que se cocina envueltas en la misma hoja de la mazorca). Esa noche la recuerdo en especial, porque fue un trabajo agotador. Debíamos entregar 800 humitas al otro día, por lo que comenzamos a trabajar como a las 9 de la noche, moliendo el maíz con dos molinos que usaban nuestra propia fuerza. Seguimos así toda la noche, me tome un café con coca-cola y eso me ayudó a estar despierto toda la noche, llenando las humitas, cociéndolas en cacerolas, hasta que como a las 10 am terminamos la última entrega.
Después no quise dormir, me fui donde mi tío (que era pastor evangélico), él tenía unos comedores en que les daba almuerzo a niños de su población y a mi me gustaba ir a ayudar y bueno, porque además me gustaba una de las niñas que cocinaba. Creo que volví a eso de las 2 de la tarde, entré a la casa, me desplomé sobre un sillón y dormí hasta después de las 9 pm, cuando me despertaron para comer y después seguí durmiendo.

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sábado, enero 21, 2006

Primer Sueño

Veamos, hace unos años, cuando vivía en Coronel, Octava Región de Chile, mi mamá iba a el campo el día lunes de cada semana, llevaba pescado y lo cambiaba por legumbres, fruta, vino y otras cosas que vendíamos en la feria libre de Curanilahue, ciudad que queda a unos 35 km al sur de Coronel. Ahí iba mi mamá con mi papá, y yo, siempre que no lloviera demasiado (era mejor ir, que quedarse en casa, otro día les cuento porque). Llegaba el día miércoles, cansada, así que apenas la veíamos. El día jueves preparábamos las cosas para partir el viernes de madrugada, recuerdo que muchas veces ocupamos la mesa del comedor para limpiar porotos (imagínense en la mesa del comedor, limpiando porotos¡), los envasábamos en bolsas de un kilo, preparábamos las demás cosas que vendíamos, como pescado seco o avellanas y a veces algo de comida, para el otro día. En esos años (no me harán decir cuanto tiempo hacia atrás), los caminos no eran los de ahora, así que yo mi papá y mi mamá nos teníamos que levantar a las 6:00 am o a veces más temprano, para salir a tomar la micro. El clima allá es frío, en invierno llueve a cántaros y además, está a la orilla del mar, rodeado de bosques de pinos por lo que es muy húmedo. Luego demorábamos algo así como una hora y media para llegar a Curanilahue, armábamos el puesto, poníamos una carpa, para la lluvia o el sol y trabajábamos todo el día, hasta que como a las 7:00 pm guardábamos nuestras cosas y tomábamos la micro de vuelta. Muchas veces, yo me empleaba para otros puestos y así ganaba algo de dinero para mi, incluso varios veranos vendí helados, como chocopandero. Esta era nuestra vida, dura, pero también entretenida.

Luego de mucho tiempo, me vine a Santiago, estudié derecho....y bueno, esa es otra historia.

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