sábado, junio 23, 2007

CORONEL EN INVIERNO

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Hoy cuando me estoy congelando en el tercer día oficial del invierno, pasaré una breve revista a mis recuerdos invernales de Coronel. No hablaré de episodios particulares, sino más bien de cosas generales.
Lo primero de lo que habría que hablar es del clima. Allá llueve aproximadamente desde marzo hasta septiembre y las lluvias a veces duran semanas. Recuerdo que hubo ocasiones en que pasaban días para poder salir de casa, había que esperar que bajara un poco el aguacero para poder comprar pan y que los paraguas era bastaste inútiles, debido a las ráfagas de viento.
Como muchos sabrán Coronel esta a orillas del mar y rodeado de bosques (actualmente son de pino, antes de bosque nativo, pero que se le va a hacer), por ello la humedad es monstruosa, allá se debe entrar la ropa antes de las 6 de la tarde, a riesgo de que después de eso quede totalmente mojada. Además en Coronel siempre o casi siempre las noches son muy frías, incluso en verano. A esto se debe agregar que en la ciudad corre un viento que hiela hasta los huesos y que son frecuentes las heladas que dejan blancas las calles y la hierba.
Por estas razones es que la calefacción allá es un tema de cuidado, y que no puede faltar en ninguna casa. Se usa, preferentemente, leña, carbón vegetal y mucho carbón mineral, derivado de la abundancia de pirquenes y antes de las minas. Respecto al carbón mineral, es del caso mencionar que mucho de él se obtenía (no sé si aun es así, yo creo que si) del mar, donde era sacado por los denominados chinchorreros, pero como eso da para un post entero, lo dejaré ahí mientras tanto.
Estas son las contras del invierno en Coronel.
Los pro son varios y tienen que ver con lo que se puede comer en esta temporada, los platos y otras exquisiteces de esta temporada. Así las sopaipillas son las reinas como en todo el país, con la particularidad de que allá no se estila comerlas pasadas. Lo que si se comen pasados son los picarones (especie de roscas blandas y suaves, http://www.coronelb.cl/?p=189). Otra de las tradiciones culinarias de invierno son las castañas y los piñones.
Las castañas son bien conocidas en todo el país (y afuera también), en cuanto a los piñones, son el fruto de las araucarias o pehuen, que se comen cocidos (son muy pero muy duros de cocer, dos o tres horas) y se comen a mano limpia, sin ningún aditivo. Otras curiosidades culinarias de esos lares, propias de esta estación, son los camarones de río o vega (especie de llanos o pastizales, que en invierno se llenan de agua, formándose pequeñas lagunas o charcos), que son más grandes que los de mar y de color plomo. La gente que los saca utiliza para ello una bomba hecha de metal o de PVC, con la que cubre los pequeños agujeros donde se esconden los camarones y los bombean, sacándolos entre el agua y el lodo. Se comen cocidos y con el caldo de su cocción se hace una sopa con harina tostada, cebolla y ají merquen (el merquen es ají cacho de cabra seco y tostado, que es molido, mezclado con semilla de cilantro y sal), este es un caldo capaz de revivir a un muerto.
También en esta época abundan los hongos de toda clase, siendo muy populares los changles, que se comen guisados, con cebolla y ajo, obteniéndose una preparación especial para la once.
Fuera de estas exquisiteces, hay otras como los membrillos que se dan al principio del otoño y las nalcas que se dan más cerca de septiembre.
Así me crié yo y todos los coronelinos, entre lluvia y viento, con mucho frió y humedad, con el rigor del sur, pero con el espacio para disfrutar y para reír entre el silbar del temporal.

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