jueves, abril 17, 2008

Vacaciones III

Tomé un bus semi cama y me dispuse a viajar.
Sin embargo, a pesar de que no tuve molestias mayores durante el viaje, no me sentía cómodo.
Pero no tenía dolores, ni me sentía afiebrado, ni decaído, pero ocurría algo extraño: sudaba mucho todo el viaje. No hacía demasiado calor en el bus, ni me sentía con fiebre, pero aun así mi polera quedó empapada de sudor.
Pensé que eso no era normal, así que en cuanto llegué al terminal de buses de inmediato tomé un taxi hacía la Posta Central. Ahí pagué la atención, me dirigí a una antesala que clasificaba a los enfermos de acuerdo a su gravedad. La enfermera a cargo me midió la saturación de oxigeno y la presión arterial y me derivó a la unidad de los pacientes menos graves, ya que estaba en rangos normales. Tuve la fortuna de que me atendieran casi de inmediato. Me ordenaron una radiografía y un examen de sangre. La radiografía mostró algunas exacerbaciones en los pulmones, pero de menor importancia, lo que sumado al hecho de que no tenía fiebre y mi saturación de oxigeno era normal, indicaba que podía tener una infección leve. Por ello se me planteo que dependiendo del examen de sangre me podría ir a la casa con antibióticos y control en el hospital donde me trataba. Infectado estaba, ya que la sudoración era una forma de fiebre según me indicó la médico. Sin embargo el examen de sangre, indicó un conteo de leucocitos de 17.000 unidades (lo normal va de rangos de 5.000 a 9.000), lo que sumado a otros indicadores apuntaban a una infección activa. Con exámenes tan alterados, no me podía ir.
Así fue como me dejaron hospitalizado en un box desde el viernes 7 al lunes 10 de marzo, sin visitas, sin teléfono, sin radio y acostado en una camilla, sin poder dormir. Claro está que si uno está en una camilla, en un box de urgencia, donde llegan pacientes todo el día y toda la noche y nunca se apaga la luz, ni cesa el movimiento es imposible descansar.
De los Médicos de la Posta no puedo decir nada, su calidad profesional es incuestionable. Pero la indignidad de estar en esas condiciones supera lo que cualquier persona debe vivir. Acepto que hay situaciones de emergencia en que no hay más opción, sin embargo creo que tres días en una camilla, en un box, sin poder hacerme un aseo y sin poder ir al baño supera la tolerancia de cualquier ser humano.
Finalmente el día martes en la mañana fui trasladado al Instituto Nacional del Tórax, donde estuve otros 9 nueve días. El tratamiento en Concepción había sido insuficiente y darme de alta sin exámenes de control fue una irresponsabilidad. Afortunadamente, llegué en relativo buen estado a Santiago y acudí de inmediato a la Posta, así que pude tratarme y recuperarme a tiempo.
Las conclusiones acerca de mi salud fueron:
-Que para el tipo de lesiones pulmonares, si se presenta una infección un tratamiento antibiótico debe ser fuerte y prolongado, de alrededor de 21 días en total.
-Debo tener sesiones con kinesiólogo 2 veces por semana.
-Debo tomar tres clases de inhaladores diarios.
-Debí vacunarme contra la gripe y la neumonía, además de evitar resfríos.
Las conclusiones sobre el sistema de salud son:
- Mientras más lejos del centro, peor es la atención y esto debe costar cientos de vidas.
- Existe crisis hospitalaria y es grave.
- Lo anterior lleva a situaciones indignas, como la que yo viví y que se deben repetir todos los días.
Ojalá que alguien lea esto y se sensibilice con este desastre, ya que ayer fui yo, quizá mañana serás tú.

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